Todas tenemos una historia que queremos contar. Incluso yo.

Si prestases atencion a lo que te cuento despues de follar lo sabrias.

Pero no lo haces, ni tu, ni el, ni ninguno de mis clientes, ni ninguno de mis amigos, ni nadie de mi familia con la que no tengo contacto desde hace meses.

Soy una gran actriz, una prometedora escritoria, una increible cantante, y soy el ideal de modelo de alta costura, pero nadie me ha prestado la suficiente atencion. En ninguno de los castings, ni en ninguna de las audiciones, ni nadie ha leido lentamente mis poemas ni saboreado mis fotografias.

Nadie me ha prestado la atencion que merezco, cuando han salido de la cama. Todas esas promesas se quedan ancladas en la almohada de tu cama, de mi cama o de la cama de un hotel. Y se pudren esperando que las hagas realidad. Porque nadie las recuerda cuando salen de alli, ni nadie vuelve para cumplir lo que prometio.

No soy una prostituta, ni mucho menos una escort, solamente soy una muchacha que busca una oportunidad. Alguien que haga cumplir lo sueños que sueña mientras paso tu compra por el lector de codigos de barras de la caja del eroski, o te pregunta si te quedan bien la camiseta de Custo (tan fea) que acabas de probarte, o si necesitas mas pan mientras comes en un restaurante de menu diario en la A-6. Son los sueños que sueño despierta para escapar de la realidad. Solo quiero escapar. Igual que cuando escape de casa con 16 años de la mano de mi novio, que me prometio hacerlos realidad todos y cada uno de ellos hasta que su moto de 49cc se quedo sin gasolina, su cartera sin dinero y yo sin ganas de follar con el. Pero sigo soñando. Sueños que quiero hacer realidad. Sueños que quiero contarte si me escuchas. Sueños que quiero compartir contigo, o con el, da igual, quiero volver a compartirlos y quiero volver a salir corriendo de aqui. Quiero que escuches la historia que tengo que contar.